De necesidad y generosidad

La última vez que encontramos a Doña Concepción Hernández Córdoba andaba procurando ayuda en el Palacio Municipal.

«Yo quiero trabajar para no pedirle a nadie porque es una vergüenza estar pidiendo y que se lo nieguen a uno a la edad que yo tengo»

No entraremos en tanto detalle, pero les explicaremos que la tabasqueña por fortuna se ha salvado del Coronavirus, (Y esperamos que así siga) pero no de sus estragos.

Nos contó que desde 2017 tenía un permiso para la venta ambulante en el centro y que por la contingencia le indicaron que ya no podía ofrecer sus tamales en la calle.

«Con la Pandemia no puede uno, porque pues uno debe de respetar. Si le dicen: ¡Quítese de aquí ya no venga!” contó en diciembre pasado.

Como a mucha gente, las cosas se le han complicado. No que antes fueran fáciles. Enviudó hace dos años y sufrió dos preinfartos.

Reconoce que recibe ayuda de las autoridades. El gobierno municipal le dio un apoyo y recibe lo del gobierno federal por ser adulto mayor.

»Me dieron 2,600 (pesos) pero yo pago renta, pago luz, pago agua, tengo que comprar mi medicina porque vivo con medicina, no me alcanza».

La Sra. Hernández es una emprendedora. 

Tiene un plan para poder seguir trabajando a pesar de sus problemas de salud. Y su edad.

“Quiero hacerme de un puestecito para vender tacos de birria, una carreta”, nos explicó.

“Pero ocupo tener dinero. Conforme yo haga los tamales de ahí saco un enganche para mandar a hacer el puesto ese”

La Pandemia no ha mermado la generosidad de esta comunidad binacional pero reorientó su filantropía ante las necesidades emergentes y de emergencia.

La beneficencia ciudadana se volcó en auxilio médico para atenuar las carencias de enfermos, enfermeros y demás personal de salud,  producto, sí de la sorpresiva Pandemia, pero principalmente de la ineficiencia de las autoridades. 

Hace unos días nos volvió a llamar para ver si alguien había respondido a su solicitud. Por eso les presentamos nuevamente su petición

Es verdad que la necesidad es mucha. Por eso Doña Conchita dice ser comprensiva y pide solo un poco de ayuda.

“Teniendo producto, tamales hechos, yo voy juntando y me va a ir bien si Dios quiere. Pero si las bellas personas me pueden ayudar. Con lo que sea”

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