¿Quién es dueño del río Tijuana y quién necesita más su agua?

Foto: Adriana Heldiz / VoiceofSanDiego.org

El gobierno mexicano dice que el agua es suya, al menos antes de cruzar la frontera. Y exploran qué hacer con ella. ¿Quién necesita más el agua del río Tijuana y quién podría aprovecharla en una región regida por complejos tratados internacionales?

Por MacKenzie Elmer y Vicente Calderón.

Una colaboración de Voice of San Diego y Tijuanapress.com

En días de tormenta, hasta mil millones de galones de agua del río Tijuana llegan a derramarse en San Diego. 

Actualmente,  nada de esa agua se capta para re-uso en ninguna de las dos ciudades desérticas que la comparten y que son propensas a la sequía, porque se considera contaminada por aguas residuales en el lado mexicano. Si se recicla exitosamente esa agua  resultaría valiosa a medida que en el suroeste norteamericano aumenta la incertidumbre hídrica debido al cambio climático.

El ocasionalmente caudaloso río comienza a llamar la atención en empresas del sector privado que quieren el agua, para tratarla y venderla al gobierno u otros sedientos compradores. Para llegar allí, antes tendrían que asegurar los derechos sobre el agua, con la aprobación del estado de California o posiblemente, con un nuevo acuerdo internacional. Pero el gobierno mexicano dice que el agua les pertenece, al menos, antes de cruzar la frontera. Y están explorando qué hacer con ella.

El agua es de México. Bueno, más o menos.

La versión norteamericana de la Comisión Internacional de Límites y Aguas, un organismo binacional que supervisa los tratados de aguas fronterizas, dice que el agua que se derrama sobre la frontera es de México. Pero eso es cierto solo para los casi 25 millones de galones por día que la comisión puede tratar en la Planta Internacional de Tratamiento de Aguas Residuales de South Bay, (En español la llaman PITAR)  instalación del lado estadounidense, que regularmente trata agua sucia proveniente de la canalización del río Tijuana.

“México tiene derecho a que se la regresen”, dijo Sally Spener, oficial de relaciones exteriores de la comisión. 

Si México quiere que le devuelvan el agua, tiene que pagar. Ya está pagando por tratarla dos veces en México, nuevamente en la planta internacional y por transportar los lodos que sobraron del tratamiento del agua a través de la frontera.

Rigoberto Laborín Valdez es Subsecretario de saneamiento de la CESPT. Foto: Leonardo Ortiz, TijuanaPress.com

 “La  tratamos, la tiramos, la volvemos a tratar, gastamos 100 millones de pesos (Unos  5 millones de dólares) al año”, dijo Rigoberto Laborín Valdez, subsecretario de Saneamiento de la Comisión estatal de servicios públicos de Tijuana.

Pero México no la está reclamando.

En lugar de eso, el agua tratada se vierte al Océano Pacífico por una tubería de cinco millas de largo en el fondo del mar. 

Las empresas privadas de reciclaje de agua dicen que es un desperdicio.

“Una vez que el agua se trata y se limpia, vale entre $1,000 y $1,500 dólares por pie-acre.  La basura se convierte en un tesoro ”, dijo Kurt Tetzlaff, presidente de WinWerks, una empresa de San Diego que planteó un proyecto de reciclaje de aguas residuales del río Tijuana. 

Los 25 millones de galones tratados en la planta internacional sólo son una cuarta parte del agua que se derrama sobre la frontera durante uno de esos días de tormenta cuando llega a alcanzar los mil millones de galones. 

Millones más gotean y drenan naturalmente como aguas pluviales de los cañones de Tijuana hacia la llanura aluvial de los EE. UU., parte de una cuenca natural de casi seis millas cuadradas. Una vez que el agua mexicana llega a suelo estadounidense, en cierto modo, su ciudadanía cambia y se convierte en agua de California.

El camino legal para re-usar agua en los EE. UU. 

Ya cuando se vuelve agua de California, empiezan las preguntas legales que una empresa o un gobierno deberán responder para poder reciclarla. 

Y esto se complica porque, debido a que el agua se contamina en México, Estados Unidos no sabe qué contiene. 

Por lo tanto, un gobierno local de los EE. UU., el del estado, los federales o incluso una empresa privada asumen la responsabilidad si su estrategia de tratamiento de agua no cumple con los estrictos estándares de calidad del agua de EE. UU. 

“Es un juego completamente diferente”, dijo Juan Guerreiro, subdirector del Departamento de Servicios Públicos de San Diego.

 “Hay mucha resistencia a recuperar esa agua y eso se remonta a que Estados Unidos no tiene jurisdicción sobre lo que se está descargando al río”.

Ni Estados Unidos ni México saben exactamente qué se arroja al río. 

México tiene buenas leyes pero poca vigilancia en su cumplimiento.

“Tenemos una carretera con altos, pero sin policías”, dijo Laborín Valdez, el funcionario de saneamiento mexicano. 

La ciudad de San Diego, por ejemplo, tiene un sólido programa de monitoreo de desechos industriales más fuerte. “Salimos y monitoreamos quién descarga qué en el sistema. Eso es importante,” dijo Guerrerio.

El gobierno federal podría frenar la contaminación. 

Andrew Wheeler, director de la Agencia de Protección Ambiental- designado por el Presidente Trump- aplaudió que Estados Unidos negoció más “mecanismos de aplicación mejorados” para abordar los problemas ambientales en el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá durante una visita a San Diego el año pasado, cuando discutieron el problema de alcantarillado del río Tijuana y la contaminación que genera en San Diego.

Tanto el T-MEC como su antecesor, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, trazan una ruta para dirimir controversias y sanciones entre sí por problemas que afectan el comercio. 

El T-MEC de Trump incluye, por primera vez, las violaciones ambientales en esa categoría, pero ninguno de los dos países ha utilizado esta nueva herramienta en el contexto de la contaminación transfronteriza. 

San Diego trataba el agua del río Tijuana todavía hasta el año 2000. En 1965 acordaron  construir una tubería para que Tijuana enviara sus aguas residuales a la Planta de recuperación de South Bay de San Diego, que finalmente arrojó esa agua al océano mediante la Planta tratadora de Point Loma, instalación que está más al norte.

Se suponía que era solo para casos de emergencia, por ejemplo, cuando había demasiada agua como para que Tijuana la manejara sola. 

Pero debido a que esa no era una solución viable a largo plazo, los gobiernos federales  construyeron la planta de tratamiento internacional, dijo Guerreiro. 

Incluso si San Diego quisiera intentar reciclar el agua en sí y agregarla como un recurso hídrico local, no podría. Todos los permisos federales y estatales requieren saber primero qué la está contaminando.

“Existe una mayor incertidumbre porque no hay garantía de influir para saber qué tipo de agua llega a nuestras instalaciones”, dijo Guerreiro. 

Hay una tercera opción. Pero aún no se ha puesto a prueba exitosamente para un acuerdo transfronterizo sobre el agua.

Una compañía podría obtener un permiso presidencial, que otorga el secretario de Estado de los EE. UU. para poder aprobar un proyecto que conecta a los Estados Unidos con un país extranjero. 

La oficina federal otorgó dicho permiso en 2017 a un proyecto fallido para desalinizar agua de mar en Rosarito, México, que vendería al distrito de agua de Otay Mesa en el lado estadounidense. 

Pero la política entró en juego y el actual gobernador de Baja California, Jaime Bonilla, canceló el proyecto, alegando que costaría demasiado a los contribuyentes mexicanos. 

Las aguas residuales de Tijuana podrían tratarse en los Estados Unidos para su reventa en cualquiera de los dos países, pero es probable que tendría que cumplir con los estándares de calidad del agua según las leyes estatales y federales de los EE. UU., dijo Dave Gibson, director ejecutivo de la Junta Regional de Control de Calidad del Agua de California en San Diego.

Para cumplir con esos estándares, se requiere que Tijuana tenga un mejor sistema que garantice el  pretratamiento del agua de manera efectiva, lo que significa que la ciudad tendría que monitorear y evaluar cualquier contaminación industrial o vertidos tóxicos repentinos como hace San Diego.

 “Realmente no está claro si existe un programa de pretratamiento que realmente esté funcionando”, dijo Gibson.

Hay una cuarta opción, y es que Tijuana decida si quiere reciclar el agua del río antes de que llegue a Estados Unidos.

Hace décadas que Tijuana planea re-usar su agua ¿Qué pasó con esos planes?

Baja California ya contempla cómo reciclar el agua del río Tijuana, una idea que los funcionarios dicen, no es nueva. 

La reutilización está en la lista de posibles soluciones a los derrames fronterizos, pero muy abajo en la lista de prioridades. 

Proyectos como “EcoParque” promueven los beneficios de la reutilización de aguas residuales. 

Inaugurado en 1986 por Colegio de la Frontera Norte- un centro de estudios del gobierno federal mexicano- su misión es contribuir a la sustentabilidad local, la educación ambiental y cuenta con su propia planta de tratamiento de agua “sucia”. 

Pero incluso los expertos que trabajan en EcoParque reconocen que el progreso no ha sido muy sólido. 

“El reuso en Tijuana está por abajo del 3 por ciento”, dijo Gabriela Muñoz Meléndez, profesora de energía, cambio climático y calidad del aire y una de las científicas a cargo del programa, que se ubica en uno de los cerros de la ciudad y por donde escurren las aguas rumbo al río Tijuana.

Como referencia, solo el 8%  del agua en el condado de San Diego se reusa y 2 por ciento más se recicla hasta un punto apto para beber. 

En 2018, el estado de Baja California firmó un contrato con una empresa israelí para tratar parte de las aguas residuales de Tijuana y vender el agua limpia para regar el Valle de Guadalupe, conocido internacionalmente por sus viñedos. Pero ese plan tampoco se materializa todavía.

Gobiernos anteriores promocionaron “proyectos morados,” llamados así por la tubería de ese color por las que transportan el agua reutilizada, y que usaría agua de dos de las principales plantas de tratamiento en Tijuana para parques y jardinería. 

Pero el progreso fue limitado.

La nueva administración de Bonilla reestructuró la autoridad estatal de agua creando la “Secretaría para el manejo, saneamiento y protección del agua” con énfasis en el saneamiento. 

Ahí entra Laborín Valdez, quien está a cargo del tratamiento y reutilización en Tijuana. 

Laborín Valdez dijo que durante años a mucha gente se le han ocurrido ideas y propuestas para tratar y reutilizar el agua, pero la factibilidad es otra cuestión.

En la cuenca de Tijuana, “toda el agua va a Imperial Beach. ¿Cómo vas a detener eso cuando llueva? ¡Es un río, por el amor de Dios! ”, exclamó Laborín Valdez. 

El funcionario tiene décadas de experiencia en el sector privado con su propia empresa que construye plantas de tratamiento de agua. 

Como nuevo subsecretario de saneamiento en la Comisión estatal de servicios públicos en Tijuana, dice que los obstáculos económicos y burocráticos son difíciles de superar para los gobiernos mexicanos.

Pero no pierde de vista el reuso, como una de las opciones para enfrentar los derrames fronterizos y la escasez de agua de Tijuana.

Dice que los proyectos de reciclaje de agua propuestos por empresas privadas como WinWerks o el de una Asociación mexicana llamada “Comice” ya eran bien conocidos y que la propia CESPT propuso un estudio de agua reciclada similar hace unos 10 años algo que él dice haber revivido durante su gestión al frente de la Comisión.

Laborín Valdez enfatiza que el agua del río Tijuana es mexicana y reutilizable, pero que simplemente aún no hay un camino concreto para hacerlo. Todavía. 

Así es de que hay toda esta agua y todos quieren tratarla.

“La pregunta es, ¿quién lo necesita?” dijo Tetzlaff, presidente de la empresa de reciclaje privada de Estados Unidos.

¿Quién necesita el agua del río Tijuana?

Probablemente Tijuana. La ciudad concluyó un año de racionamiento de agua en diciembre. 

Le cortaban el suministro a los residentes cada nueve días. ¿La razón? Las autoridades dijeron que era necesario para evitar que los niveles de una de las principales presas de Tijuana bajaran demasiado. Este y los otros reservorios de la ciudad reciben agua del río Colorado, bombeada a más de 100 millas desde Mexicali.

Ese río, que se origina en las Montañas Rocallosas, proporciona el 90 por ciento del agua de la ciudad. Es un recurso cada vez más precario para los más de 40 millones de personas a las que hidrata, incluidas las ciudades de San Diego y Los Ángeles, ya que el cambio climático a largo plazo amenaza con desestabilizar la capa de nieve habitual que lo alimenta. 

Un estudio de 2004 señaló que Tijuana usa más de 40 veces su flujo natural de agua superficial y subterránea, y la población sigue aumentando. Hay un auge de la construcción de la llamada “vivienda vertical”, donde los desarrolladores levantan edificios de departamentos y oficinas muy altos a un ritmo acelerado.

“El agua es tan cara y necesaria en Tijuana, que la prioridad (para el agua del río Tijuana que se derrama sobre la frontera) debe ser la ciudad”, dijo Gabriela Muñoz, directora del Departamento de Estudios Urbanos y Medio Ambiente del Colegio de la Frontera Norte.

“Si ustedes están sacando recursos de un lugar pobre, no esperen que vaya a ser respetado”, dijo Muñoz en referencia al gobierno mexicano y ante la posibilidad de que se venda el agua del río Tijuana a Estados Unidos. 

“No vayan y despojen, vayan e inviertan”, dijo Muñoz pensando en las comunidades.

Igual que Tijuana, San Diego depende en gran medida del agua del río Colorado. La región sandieguina obtiene el 69 por ciento de su agua de una fuente que requiere se transporte cientos de millas a través de una serie de canales y tuberías.

La canalización del río Tijuana en un día lluvioso / Foto: Leonardo Ortiz, Tijuanapress.com

San Diego gasta miles de millones para diversificar su suministro de agua local y reducir su dependencia del río Colorado. Sin embargo, los administradores del agua dicen que hay suficiente suministro en San Diego porque la demanda se redujo. 

Durante los últimos cinco -años asolados por la sequía- California emitió reducciones obligatorias en el consumo del agua, lo que redujo su demanda, y algunos de esos hábitos (como la transición a jardinería desértica en lugar de regar el césped) se mantienen, lo que significa que la región consume regularmente mucha menos agua. 

“Para los desarrolladores, eso significa que hay más agua disponible, ya que somos más confiables que antes”, dijo Jeff Stephenson, gerente de recursos hídricos de la Autoridad del Agua del Condado de San Diego. Por lo pronto, el río Tijuana no está en los planes de gestión de agua a largo plazo de esta agencia.

“Si bien apoyamos los esfuerzos para encontrar soluciones a los desafíos en la cuenca del río Tijuana, no estamos directamente involucrados en problemas de drenaje transfronterizo”, dijo Dan Denham, subdirector general de la Autoridad del Agua, en un correo electrónico.

“A largo plazo, si hay oportunidades adicionales para el desarrollo del suministro binacional que tengan sentido, las consideraríamos en la diversa oferta de posibilidades para la región.

De hecho, México ofreció el agua tratada a los Estados Unidos en 2017 a cambio de que  pagara  las reparaciones y actualizaciones de su deficiente sistema de aguas residuales, pero esa propuesta nunca fructificó. Spener, de la Comisión, dijo que requeriría un nuevo acuerdo binacional. 

Uno de los primeros tratados ratificados por la comisión en la década de 1940 regía las cuotas de agua de los principales ríos de origen, como el Colorado y el río Grande, pero se detuvo en seco en el río Tijuana, indicando en cambio que ese tema requería más estudios.

“Nunca hicimos una recomendación sobre cómo dividir las aguas del río Tijuana”, dijo Spener. 

Spener cree que fue porque entonces “no había tanto en juego”, como para asignar agua de un río estacionalmente seco.

Pero lo que está en juego ha cambiado.

Si bien San Diego se siente seguro acerca de sus suministros de agua, Tijuana lucha para aumentar su autosuficiencia. 

Nos guste o no, los dos están profundamente vinculados, tanto cultural como económicamente, como región fronteriza. 

El turbio río Tijuana simboliza un problema compartido y lo que pasa cuando la política no cuida la calidad de vida en ambos lados. Es un problema que sólo puede empeorar conforme avance el cambio climático, trayendo fuertes y repentinas tormentas y olas de calor y sequías más impredecibles.

“Este tema en Tijuana ha sido un tema de larga data. En mi humilde opinión, la solución es sencilla”, escribió en un correo electrónico Irasema Coronado, profesora de la Escuela de Estudios Transfronterizos de la Universidad Estatal de Arizona y ex directora ejecutiva de la Comisión de Cooperación Ambiental, una organización internacional a través de la cual los países de América del Norte pueden resolver problemas ambientales.

“Arreglen la infraestructura del agua, el alcantarillado y los pluviales, hay que ampliar las plantas de tratamiento de aguas residuales en Tijuana. El problema es la falta de financiamiento y voluntad política, ” escribió.

Este reportaje fue realizado gracias al apoyo del Centro Pulitzer y del Water Desk de la Universidad de Colorado en Boulder.

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